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La figura de Venus, la diosa del amor romana, hunde sus raíces en la personalidad de otras dos diosas que reinaron antes que ella. Por una parte, Turan, la diosa de los jardines y de la vegetación etrusca y, por el otro, la diosa del amor griega, Afrodita. De la unión de ambas brotaron las peculiaridades, atributos y mitos que se asignan a Venus. De hecho, muchos son los símbolos y mitos de Afrodita que se comparten con la narración de la diosa romana.
Entre los símbolos que definen quién es Venus y que tienen la posibilidad de tener muchas semejanzas con su par griega, poseemos la pasión por las rosas, que ofrecían en algunos ritos y en especial el mirto. El mirto representaba tanto la lealtad como la fecundidad y en las bodas los esposos portaban coronas realizadas con mirto durante el banquete. En los festivales en honor a Venus sus seguidores llevaban asimismo coronas de Mirto y en una fiesta conocida como de la «Bona Dea», las mujeres se hacían batir con ramas de mirto para aumentar su fertilidad.
El origen de Venus en la mitología romana
Hablar de quién es Venus es referirnos también a su propio nacimiento, sobre el cual se tejen las más atrayentes leyendas. Una de ellas cuenta que una enorme concha de mar era mecida por las aguas del mar Mediterráneo. En el bamboleo, fue a dar hasta las costas de la isla Citérea. El choque con las piedras la logró abrirse y de su interior brotó la diosa del amor romana.
Desde su nacimiento, fue llevada con los otros dioses de Olimpo, donde fue recibida y cortejada. La otra versión que charla del origen de Venus es bastante menos romántica. Cuenta que fue Saturno quien mutiló cruelmente los genitales de su padre, que cayeron al mar. De la espuma generada habría nacido la diosa Venus.
Las diferencias entre Venus y Afrodita
Las diferencias entre Venus y Afrodita son realmente muy pocas. Quizá la más esencial es la que la hace la madre del pueblo de roma mediante su hijo Eneas. Eneas era un héroe griego, hijo de Anquises y Afrodita, que tras la Guerra de Troya logró llegar hasta el Lacio en Italia donde fue nombrado rey. Rómulo y Remo fueron descendientes suyos y creadores de Roma. Por eso se considera a Venus la madre de los romanos.
Otro aspecto que quizás diferencia y define quién es Venus, es que no es tan tremendamente sensual como Afrodita, ni consigue los escenarios de crueldad de esta. Afrodita era la diosa del amor únicamente en el sentido sexual; no obstante, Venus es la diosa del amor romana tanto en el aspecto erótico como del enamoramiento o sentimiento amoroso. Venus podía hallarse representada en los murales de una vivienda romana o como uno de sus lares y era común que las novias le llevaran un obsequio u ofrenda antes de la boda.
Otra de las especificaciones de la diosa del amor romana es que, siguiendo la teoría de su nacimiento mediante los genitales de su padre tirados al mar, absorbe ciertas peculiaridades de la esencia masculina y une a los opuestos. Por ese fundamento, puede representar tanto la buena suerte como el éxito militar o sexual y ser la protectora del amor y asimismo de las putas.
La Diosa romana en el arte
A muchas esculturas griegas y romanas que han llegado hasta nuestros días y que representan una muy, muy bella mujer desviste, se las llama «venus» aunque en muchos casos se desconoce si se trata de la diosa o no. Venus y Afrodita, como diosas de la belleza y el cariño en Roma y Grecia, ofrecieron a los pintores y escultores del Renacimiento la oportunidad de representar cuerpos femeninos desnudos.
Como diosas paganas, era aceptable representarlas sin vestiduras, y como simbolizaban la sexualidad, esos proyectos podían contener cierto grado de erotismo. Con los siglos, a las representaciones de mujeres desnudas en el arte se las llamó «venus», si bien no se tratara ni de Venus ni de Afrodita. No obstante, las Venus mucho más conocidas en el arte son la pintura de Botticelli: El nacimiento de Venus y la escultura de la Venus de Milo.
La leyenda de Tannhäuser
Este mito o leyenda sobre quién es Venus no forma parte a la Roma clásica, sino más bien a la Alemania medieval, pero es una muestra de la importancia de la figura de la diosa del amor romana durante los siglos, más allá de que su culto fue desterrado por la religión cristiana.
Tannhäuser fue un poeta y caballero alemán que vivió en el siglo XIII y del que se saben muy pocas cosas. Entre los alemanes de la Edad Media se pensaba que la diosa Venus vivía en una montaña mítica famosa como Venusberg. La entrada se hallaba esconde a fin de que ningún humano pudiera hallarla y perturbar la calma de la diosa del amor romana. Tannhäuser logró entrar y continuó en ella un año adorando y amando a la diosa. En el momento en que abandonó Venusberg, sintió enormes remordimientos y marchó a Roma a solicitar perdón al Papa Urbano IV.
El Papa le dijo que absolverle de sus pecados era tan irrealizable como que su vara floreciera. Tannhäuser marchó de vuelta a su país desolado. A los tres días el báculo de Urbano floreció. No obstante, el caballero había partido y nunca más se le volvió a conocer. Esta leyenda sirvió también como base a la ópera de Wagner «Tannhäuser y el torneo poético del Wartburg».