Ceres

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Diosa romana de la fertilidad y la agricultura, Ceres era la patrona de los agricultores y protectora de la plebe. Adaptada de la deidad griega Deméter, Ceres era venerada como madre de Proserpina, cuyo rapto por Plutón fue un episodio central en las mitologías griega y romana. En los primeros tiempos de Roma, Ceres era el integrante primordial de la Tríada Aventina «plebeya», un culto de tres deidades adoradas por la multitud común. Las humildes instalaciones de la Tríada en el monte Aventino contrastaban con la grandeza palaciega de la próxima colina Capitolina.

Ceres era la patrona y protectora de los campesinos, pastores y plebeyos; también era la supervisora de los funcionarios elegidos, conocidos como tribunos. Ceres ofrecía su orientación personal al «Tribuno de los Plebeyos», un poderoso magistrado que tenía el poder de vetar las decisiones del cónsul. El tribuno también disfrutaba de sacrosantidad, un estatus impartido por la ley sagrada romana que hacía ilegal y herético perjudicar a su portador. Era, pues, la deidad más especial del pueblo liso de Roma, cuya generosidad se creía que nutría incluso al mucho más humilde de los romanos. El pueblo liso se deshacía en encomios hacia la diosa dorada y la festejaba en una serie de festivales en todo el año. Estas fiestas acostumbraban a tener lugar durante las épocas de siembra y cosecha.

ETIMOLOGÍA

El nombre «Ceres» se remonta a la raíz protoindoeuropea ḱerh-, que significa «alimentar, saciar o dar de comer». El análogo latino mucho más cercano, crescere, tenía un concepto afín: «medrar, aparecer o resultar».

El nombre de Ceres ha llegado a formar la palabra inglesa «cereal» y la francesa «céréale», las dos utilizadas para describir las variedades de hierba que producen granos comestibles, tal como los propios granos comestibles.

Aparte de su nombre de pila, Ceres era famosa como Ceres Augusta, que significa «Ceres la Grande» o «Ceres la Impresionante «. El poeta Virgilio se refería a ella como Ceres Legifera, o «Ceres la Portadora de la Ley», una referencia a su papel como portadora de la paz. Hay rastros de que Ceres estaba asociada al culto de la llamada Magna Mater, o «Enorme Madre»; este título podría ser otro nombre para la diosa romana.

ATRIBUTOS

Ceres tenía poder sobre toda la agricultura y aseguraba la abundancia de las cosechas cada un año. Más allá de que se creía que era una mujer joven, Ceres acostumbraba a ser presentada como una adulta en edad fértil. De manera frecuente llevaba un bastón como símbolo de su autoridad, pero a veces asimismo llevaba una antorcha. Este último elemento servía tanto para aludir a la búsqueda de su hija Proserpina para simbolizar la iluminación. También se la acostumbra representar sosteniendo granos de trigo (o algún otro cereal) y tirando de un arado.

FAMILIA

Ceres era hija de Saturno, el dios del cosmos que regía antes de la llegada de Júpiter, y de Ops, una personificación de la tierra. Sus hermanos eran Júpiter, así como Neptuno y Plutón, dioses del mar y del inframundo, respectivamente. Sus hermanas eran Vesta, diosa del hogar, y Juno, la reina materna de los dioses romanos.

Si bien Ceres no era conocida como una diosa en especial amorosa, tuvo cuando menos una aventura; de este escarceo nació su única hija, llamada Proserpina (o Prosperina). Proserpina, el semejante de roma de Perséfone, era conocida por su hermosura y pureza. El padre de Proserpina era el hermano de Ceres, Júpiter, que era popular por sus varias infidelidades.

MITOLOGÍA Y ORÍGENES

Los orígenes de Ceres se remontan al comienzo de los tiempos, cuando los primeros dioses y gigantes luchaban por imponer el orden en un planeta caótico. En el principio de los tiempos, el cosmos estaba gobernado por un dios (o Titán) popular como Caelus. Transcurrido un tiempo, el hijo de Caelus, Saturno, lo derribó y tomó el control del cosmos para sí mismo.

Con el tiempo, Saturno se emparejó con Ops, diosa de la tierra elemental, y tuvo seis hijos. Mientras los pequeños medraban en el vientre de Ops, Saturno se enteró de una profecía que predecía que uno de sus hijos lo derrocaría como él había derrocado a Caelus. Sin estar seguro de la identidad del usurpador, Saturno se comió a sus cinco primeros hijos (Ceres incluida) en cuanto salieron del vientre. En un esfuerzo por preservar su prole, Ops engañó a Saturno a fin de que se comiese una roca envuelta en pañales en vez de su último hijo, Júpiter. Inútil de digerir la roca, Saturno vomitó todo el contenido de su estómago de vuelta al planeta. Ceres, adjuntado con sus hermanos Plutón, Neptuno, Juno y Vesta, eran ahora libres. Junto con su hermano Júpiter, las deidades hermanas pusieron orden en el universo.

La mitología de Ceres se centraba en el rapto de su hija, Proserpina, por la vigorosa deidad ctónica Plutón. Era entre los cuentos mitológicos más conocidos del mundo viejo, contado por los griegos, cuyo culto al secreto de Eleusis se centraba en la historia, y apreciado también por los romanos. En sus obras del primer siglo, las Metamorfosis y los Fasti, el enorme poeta Ovidio reanudó la historia al estilo romano; de ellas se extrae el siguiente resumen.

Como señor del inframundo, Plutón pasaba sus días en soledad y se sentía solo. Venus, la diosa del amor y la sexualidad, se apiadó de Plutón (al que se refiere aquí por su nombre tradicional, Dis) y envió a su hijo Cupido a visitarlo. Cupido disparó sus flechas a Plutón, permitiéndole sentir el cariño y la lujuria que tanto tiempo le habían negado. En su siguiente viaje al planeta del área, divisó a Proserpina, que retozaba con un conjunto de ninfas en la isla de Sicilia. Inmediatamente, Plutón se apoderó de la joven hermosura y se la llevó en su carro con destino al inframundo.

Arrasada por la pérdida de su hija, y sin entender lo que verdaderamente había sucedido, Ceres partió en busca de la joven desaparecida. Si bien viajó por doquier y llevó una antorcha para ver con claridad, su búsqueda fue inútil. Al final, Ceres llegó a Sicilia, donde halló el cinturón de Prosperina hecho con delicadas lágrimas de ninfas. En su dolorosa cólera, lanzó una maldición sobre Sicilia que arruinó las cosechas de la ciudad y dejó sus tierras estériles.

Observando desde lo prominente, los otros dioses y diosas se dieron cuenta de que el dolor de Ceres debía ser remediado. Aprovechando el instante, Júpiter envió a Mercurio a dar un mensaje a Plutón: el señor del inframundo debía liberar a Proserpina inmediatamente y devolverla sana y salva a su madre. Si bien Plutón accedió a las demandas de Júpiter, declaró que solo devolvería a Proserpina si ésta no había consumido el alimento del inframundo. Como Proserpina había comido siete granos de granada de la fruta del jardín subterráneo de Plutón, éste se negó a liberar a la pequeña.

Tras un largo debate, se alcanzó un acuerdo por el que Proserpina dividiría su tiempo entre su madre y su secuestrador. La cantidad exacta de tiempo que pasaba con cada uno se presentaba de manera diferente en las diferentes tradiciones, pero la época del año que Proserpina pasaba con Plutón correspondía al invierno, cuando Ceres se encontraba demasiado enojada y angustiada para dejar que florecieran las cosas en desarrollo. La primavera marcaba el regreso de Proserpina (y de la vida misma) al mundo.

DIOSES EQUIVALENTES A CERES

El equivalente griego a la diosa Ceres era Deméter.

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