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Tánatos es la personificación de la muerte en la mitología griega. Es hijo de Nix, la noche, y hermano gemelo de Hipnos, el sueño. Algunas fuentes también hablan de a Érebo, la obscuridad, como su padre. Como una personificación de la desaparición, Tánatos está bajo el mando de Hades y lleva a los fallecidos al Inframundo una vez se les agota el tiempo que les han concedido las Moiras.
En la literatura griega, Tánatos aparece en la Ilíada de Homero (en torno a 750 a.C.) y en la obra Alcestis de Eurípides (cerca de 484-407 a.C). También es un personaje principal en el mito de Sísifo.
Representaciones de Tánatos
Tánatos se representa de varias formas ; a fines del siglo VI y principios del siglo V a.C., las representaciones de Tánatos y también Hipnos en las vasijas áticas daban a conocer escenas en las que se llevaban a los héroes helenos fallecidos, como Sarpedón y Memnón. En los lécitos blancos atenienses, de forma frecuente hace aparición como un hombre mayor junto a un Hipnos joven, una forma efectiva de mostrar que la Muerte no era sino un sueño prolongado y el hermano mayor de Hipnos.
Tánatos se representa como una figura de la que no hay escapatoria viable. Tras el siglo IV a.C., los griegos comenzaron a estimar la muerte como una parte de la vida, el desenlace natural de exactamente la misma. El resultado de este cambio de mentalidad fue que las representaciones de Tánatos pasaron de ser un hombre viejo, empeñado en llevarse las almas de los fallecidos al Inframundo, a una figura joven que era menos horrible. Las pinturas de las vasijas y las estelas funerarias empezaron a presentarlo como un acompañante amable y resuelto y confieren una imagen de paz y reposo. Con frecuencia se lo representa como una enorme figura alada con traje de batalla y ojos penetrantes.
En los contenidos escritos escritos, la Muerte se describe como una obscura nube, un velo o una neblina que flota cerca de la cabeza del que va a morir pronto. El tono de la niebla es negro (el color del mal y la tristeza o el tono de la noche y el mar) y púrpura, un color mucho más poco que se menciona en la Ilíada como el color del mar creciente o de las flores que deposita Andrómaca en la tumba dorada de Héctor. Consecuentemente, pocas veces se ve a Tánatos como una figura real en la poesía épica. En vez de eso, se ve como un velo físico, una neblina entre el hombre y la luz.
Tánatos y la creación de los dioses
Así como relata Hesíodo (cerca de 700 a.C.) en su Teogonía, Tánatos era hijo de Nix (la noche) y de Érebo (la oscuridad ) y hermano gemelo de Hipnos (el sueño). Tánatos radicaba en el Inframundo con Hipnos.
Allí vivían los hijos de la oscura Noche, dioses temidos,
el Sueño y su hermano, la Muerte. El sol refulgente
nunca los iluminó con sus rayos
ni al subir al cielo, ni al regresar.
Uno de ellos es amable con los hombres y marcha
en paz sobre la tierra y a espaldas del mar;
El corazón del otro es de hierro; en su pecho
hay bronce sin corazón. En el momento en que tocara a un hombre,
ese hombre será de él. E inclusive para los dioses
que son inmortales, la Muerte es su enemigo (Teogonía, 658-267).
Tánatos en la Ilíada
En la Ilíada de Homero la forma elemental de Tánatos no se presenta como algo arriesgado sino como un color oscuro. Tánatos se menciona en el Libro 16 de la Ilíada. El rey Sarpedón de Licia, hijo de Zeus, héroe y aliado de Troya, muere a manos de Patroclo en el último año de la guerra de Troya. Zeus, apenado le pide a Apolo que convoque a Tánatos y también Hipnos para llevarse el cuerpo de su hijo de vuelta a Licia donde podría recibir el enterramiento apropiado, ya que no aguantaba ver su cuerpo tirado en la sangre derramada en el campo de guerra.
Y para que lo lleven entrégaselo a los veloces conductores,
hermanos gemelos el Sueño y la Muerte, que transportándolo con presteza
lo van a dejar en la rica tierra verde de Licia (Ilíada, 16784-786).
Tánatos y Sísifo
Sísifo fue el primer rey de Éfira (también conocido como Corinto), que promovió la navegación y el comercio pero asimismo era deshonesto. Lo peor de todo fue que Sísifo mató a sus invitados, una violación de la xenia, el concepto heleno de la hospitalidad, que se encontraba de manera directa bajo el dominio de Zeus y naturalmente lo enfureció.
Sísifo hizo enojar a Zeus aún más al revelar dónde se encontraba Egina (la hija del dios-río Asopo y de la ninfa Metope), cosa que Zeus no deseaba que Asopo supiera. Zeus, enfurecido, le ordenó a Tánatos encadenar a Sísifo en el Tártaro como castigo. El taimado Sísifo le preguntó a Tánatos cómo funcionaban las cadenas, y Tánatos se lo explicó. No obstante, Sísifo aprovechó la posibilidad para capturar a Tánatos con las cadenas.
Como Tánatos se encontraba atrapado, nadie podía fallecer en la tierra. Esto enfureció especialmente a Labres, el dios de la guerra, pues, como nadie podía fallecer, sus peleas ya no tenían felicidad. Así que decidió intervenir. Labres liberó a Tánatos y después le entregó a Sísifo. Sin embargo, Sísifo volvió a engañar a Tánatos puesto que le ha dicho a su mujer que no llevara a cabo los ritos funerarios. Hades, encolerizado, envió a Sísifo de vuelta a la tierra a arreglarlo, cosa que obviamente Sísifo no hizo. Como Sísifo no retornaba al Inframundo, Hermes lo llevó de vuelta a rastras. Zeus, el rey de los dioses olímpicos, decidió castigarlo realizando que Sísifo se pasara la eternidad empujando una enorme roca cuesta arriba.
Tánatos en Alcestis
En la obra Alcestis de Eurípides, las Moiras le han concedido la inmortalidad al rey Admeto de Feras por solicitud de Apolo, después de que este le mostrara su hospitalidad a Apolo. No obstante, había un inconveniente : Admeto tenía que encontrar a alguien que ocupase su sitio cuando la Muerte viniese a por él. Su devota mujer, Alcestis, decidió hacerse cargo, mostrando así su abnegación y su amor por su marido.
Al comienzo de la obra, encontramos a Alcestis próxima a la muerte. Tánatos llega al palacio, vestido de negro y con una espada, para llevarse a Alcestis al Inframundo. En lugar de eso, está con Apolo, a quien acusa del engaño por permitirle a Admeto burlar a la muerte :
¿Por qué razón andas en frente de esta puerta, Febo?
¿Qué estás haciendo aquí?
¿Andas tramando otro delito?
¿Usurpando los derechos de los dioses de abajo?
¿Quizás no fue suficiente que evitaras
la muerte de Admeto engañando a las Moiras
con un truco engañoso?¿Andas otra vez de guardia,
arco en mano, para proteger a la hija de Pelias?
Ella accedió a morir en lugar de su marido (Alcestis, 29-38).
Tras una conversación encendida, Apolo se va enfadado mientras que le dice a Tánatos que un invitado de la casa de Admeto le arrebatará a Alcestis (a la Muerte). Tánatos le ignora y sigue adelante para agarrar a Alcestis.
El invitado que mentaba Apolo no es otro que el héroe Hércules, que no sabe nada de la muerte de Alcestis. Como no quiere ser inhospitalario, Admeto decide no mencionarle nada a Hércules y les ordena a sus sirvientes que tampoco digan nada. A medida que Hércules se emborracha cada vez más y más, su comportamiento hace enfadar a los sirvientes, a los que les está costando no llorar la muerte de su señora. En el final, uno acaba reventando y le cuenta a Hércules que Alcestis ha muerto. Hércules se sorprende y se enfada porque su amigo no le afirmara nada. Escoge confrontar a Tánatos en el momento en que se están realizando los sacrificios funerarios en la tumba de Alcestis y le ordena a devolverle a Alcestis.
Hércules vuelve al palacio con la mujer cubierta por un velo y se la presenta a Admeto como su nueva mujer. Admeto reitera que que no quiere faltarle al respeto a Alcestis tomando una exclusiva mujer, pero en el final acepta la oferta de su amigo. Para su alegría y su sorpresa, descubre que la mujer esconde bajo el velo no es otra que Alcestis. Hércules le afirma que luchó con Tánatos al lado de la tumba de Alcestis para recobrarla.
El culto de Tánatos
Tánatos no tenía un culto predeterminado en su honor, pero tenía un templo en Esparta, junto con otros santuarios aplicados a Gelos (la Risa), y Fobos (el Temor), una práctica que el escritor heleno Plutarco (en torno a 45-50 aC. y cerca de 120-125 a.C.) creyó que era extraña, tal y como relata en su obra Vida de Cleomenes.
También hay un himno órfico destinado a Tánatos. Los Himnos órficos son una colección de himnos liderados eminentemente a los principales y las deidades inferiores de la mitología griega escritos alrededor del Intérvalo de tiempo helenístico tardío (cerca de los siglos III o II a.C.) o la primera temporada imperial de Roma (en torno a los siglos I y II dC). Los Himnos órficos tenían un papel central en el Orfismo, una secta religiosa que seguía las enseñanzas del poeta mitológico Orfeo y cuya deidad suprema era Dionisos. El himno de Tánatos (la Muerte) afirmaba de esta manera:
- Óyeme, o muerte [Tánatos], cuyo imperio sin límites se prolonga a todas las tribus mortales.
- De ti depende nuestra porción del tiempo; su ausencia extiende la vida, su presencia la termina.
Tu sueño eterno revienta los vivos pliegues por los que el alma, atrayendo el cuerpo, soporta:
- Común a todos de cualquier sexo y edad, por el hecho de que nadie escapa de tu íra destructiva.
- No la misma juventud puede ganarse tu clemencia, vigorosa y fuerte, asesinada por ti antes de tiempo.
- En ti se conoce el fin de la obra de la naturaleza, en ti únicamente se absuelve todo juicio.
- Ningún arte suplicante controla tu alarmante rabia, ningún voto anula el propósito de tu alma.
- Oh poder bendito escucha mi ardiente plegaria, y hasta una edad abundante la vida humana conserva (Himnos órficos, 86).
En la medicina
El nombre de Tánatos prosigue vivo hoy en día de otras formas, más que nada en el campo de la medicina. Tánatos le presta su nombre a la tanatología (el estudio de la desaparición ) y a la tanatofobia (un temor exagerado de la muerte) en la medicina. Otra palabra común que deriva de Tánatos es tanatorio, que es donde se depositan los cadáveres antes de su cremación o enterramiento.