Eros

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Eros era el dios heleno del amor, o mucho más exactamente, del deseo ardiente y físico. Sin previo aviso, escoge a sus objetivos y golpea de manera fuerte sus corazones, provocando confusión y sentimientos irreprimibles o, en palabras de Hesíodo, «afloja los miembros y desgasta la cabeza» (Teogonía, 120). En el arte heleno, Eros suele representarse como un joven despreocupado y precioso, coronado de flores, especialmente de rosas, que se asociaban íntimamente con el dios. Eros y Psique son una pareja frecuente en la estatua de la Grecia y Roma viejas.

Relaciones familiares y asociaciones

Según Hesíodo en su Teogonía, Eros era uno de los dioses primigenios responsables de la Creación, adjuntado con Caos y Gea (Tierra). Aquí quizás representaba un amor universal. En otras tradiciones, como las cosmogonías órficas, Eros nace hermafrodita de un huevo que puso el Titán Cronos (que representa el Tiempo) en el vientre de Caos. El dramaturgo cómico heleno Aristófanes (c. 460 – c. 380 a. C.) usa exactamente la misma iniciativa, pero provoca que Eros nazca de un huevo de plata que pusieron Nyx (la noche) y Aither (el viento). Otras elecciones para la madre de este deseable hijo del amor son Eilithyia (protectora del parto), Penia (la pobreza) e Iris (la diosa mensajera y viento del oeste).

No obstante, mucho más muchas veces que todas y cada una estas ediciones, Eros era considerado el alado discípulo o asistente de Afrodita, diosa del amor, la belleza y el deseo. A veces asimismo se le consideraba hijo de Afrodita, con Labres, el dios de la guerra, como padre, y Deimos (miedo), Fobos (pavor) y Harmonía (armonía) como sus hermanos. En varias tradiciones, Eros asimismo tenía un hermano menor, Anteros, que era una figura mucho más obscura y un vengador del amor no correspondido.

En los mitos helenos, Eros se asociaba sobre todo con la fertilidad, el deseo y el cariño sexual, y cómo esas pasiones podían resultar realmente difíciles de controlar, el dios se consideraba una suerte de listo embaucador. En ocasiones, el dios es juguetón e inofensivamente travieso, pero otras veces es cruel con sus asaltos sorpresivos que solo traen consigo pasión imprudente y confusión, el dios juega con su víctima como con una hoja indefensa atrapada por el viento. La carencia de disciplina y la poca confiabilidad general de Eros pueden argumentar por qué razón nunca se le consideró uno de los doce dioses olímpicos. Finalmente, Eros se consideraba el protector particular del amor homosexual.

El golpeador de corazones

Se creía que las flechas de Eros, a menudo dirigidas al azar, hacían que la multitud, los héroes y los dioses se enamoraran, nadie era inmune. Uno de los episodios más conocidos de este truco fue en el momento en que Apolo ridiculizó las habilidades de Eros como arquero y este disparó una de sus flechas al enorme dios, realizando que se enamorase de la ninfa Dafne. Otro caso en el que Eros utilizó sus flechas portadoras de amor fue en el momento en que logró que Medea se enamorase del gran héroe Jasón, el que se apoderó del Vellocino de Oro. Nuestro Eros no era inmune a los poderes del amor, y es famoso por haberse enamorado y casado con Psique en contra de los deseos de su madre Afrodita.

En la religión griega, Eros era objeto de culto en Tespias (con su celebración deportiva y artística, la Erotidia) y en Atenas, Megara, Filadelfia, Leuctra, Velia y Parium. Además de esto, se encontraba estrechamente relacionado con varios de los cultos a Afrodita en todo el mundo griego. Tanto en la Academia de Atenas como en el gimnasio de Elis se pusieron altares a Eros, lo que indica que, en el planeta griego, el amor a la belleza masculina se tenía en tan alta cree como la femenina. Como el dios se asociaba al amor varonil por el valor y el esfuerzo, guerreros como la conocida Banda Sagrada de Tebas, la unidad de combate de élite compuesta por parejas homosexuales, tenían al dios de manera especial cree y hacían ofrendas a Eros antes de la batalla.

Eros en la filosofía griega

Eros y su omnipotencia fue entre los temas favoritos de filósofos como los epicúreos, Parménides, y de Platón, que lo trata extensamente tanto en su Banquete como en el Fedro. Platón, o quizás mucho más precisamente los personajes de sus conversaciones socráticas, de manera frecuente defienden el poder del Amor, como aquí:

Por eso digo que el Amor es el más viejo de los dioses, el mucho más honrado y el más poderoso para contribuir a los hombres a conseguir la virtud y la alegría. (El Banquete, 180b)

De nuevo, en otra obra, el pensador destaca la relación entre el Amor y el Bien:

Y si, como antes, investigas el tema apoyándote en el la vieja lengua ática, obtendrás una mejor entendimiento, ya que te mostrará que el nombre de \’héroe\’ (hērōs) está solo ligeramente perturbado de la palabra \’amor\’ (erōs) -la misma cosa de la que brotaron los héroes.

Mientras que en este pasaje Platón describe las causas y los efectos del amor en un individuo alcanzada por las flechas de Eros:

Piensa en cómo una brisa o un eco rebota desde un elemento sólido y liso hasta su fuente; es así como la corriente de la belleza regresa al precioso muchacho y lo hace vibrar. Entra por medio de sus ojos, que son su ruta natural hacia el alma; allí riega los pasajes para las alas, hace crecer las alas y llena de amor el alma de la persona amada a cambio. El niño está enamorado, pero no posee idea de que es lo que quiere. No comprende, ni puede argumentar, lo que le ha sucedido. Es tal y como si hubiese contraído una patología ocular de otra persona, pero no pudiera identificar la causa; no se da cuenta de que se está viendo a sí mismo en el amante como en un espejo.

De ahí que, cuando el amante está cerca, el dolor del joven se alivia igual que el del amante, y en el momento en que están separados, él ansía tanto como es anhelado, pues tiene en él una imagen especular del amor (amor correspondido), aunque no charla ni piensa en él como amor, sino como amistad. Aun de esta forma, su deseo es prácticamente exactamente el mismo que el del amante, aunque mucho más débil : desea verle, tocarle, besarle y acostarse con él; y como es natural, como es de aguardar, actúa según estos deseos poco una vez que se generen.

Por último, Platón cita asimismo un viejo dicho de los autores homéricos sobre el aspecto más físico de Eros:

Sí, los mortales le llaman «Amor», poderoso y alado;
Pero debido a su necesidad de sacar las alas,
los dioses le llaman \’Empuje\’.

Representación en el arte

En el arte griego antiguo del siglo VI a.C., se acostumbra representar a Eros como un adolescente con alas y con frecuencia lleva una corona de victoria. También puede llevar una lira, una liebre o un látigo, este último en el momento en que persigue a un joven. Sorprendentemente, solo se le representa portando un arco con cierta frecuencia a partir del siglo IV a.C., aunque la primera referencia literaria es muy anterior y está en la catástrofe Ifigenia en Áulide, de Eurípides (c. 406 a.C). En la cerámica griega, Eros frecuenta aparecer en bodas y otras escenas románticas, de manera frecuente sobrevolando a los protagonistas, como París y Helena de Troya. El pícaro dios también puede aparecer en situaciones atléticas y militares, y es frecuente que se muestre en las situaciones del nacimiento de Afrodita y de la creación de Pandora, la primera mujer de la mitología griega.

Las figuras de Eros también pueden manifestarse de a 2 o de a tres, en cuyo caso se nombran Erotes, símbolo de las distintas formas que puede adoptar el cariño. Cuando están en grupo, acostumbran a recibir los nombres individuales de Eros, Himeros (deseo) y Pothos (anhelo). Pausanias, el viajero griego del siglo II a. C., detalla un templo de Afrodita en Megara, en el Ática occidental, con una escultura de marfil de la diosa del amor, la mucho más antigua del templo, y el trío de Eros, Himeros y Pothos, efectuado por el popular escultor del siglo IV a. C., Scopas de Paros. En otros sitios, Eros apareció en la base del trono de la estatua de Zeus en Olimpia, que fue entre las siete maravillas del mundo viejo, y también está presente en el friso oriental del Partenón, representado como un niño al lado de Afrodita.

En obras del lado opuesto de la escala, Eros era el tema preferido de los joyeros y talladores de gemas helenos. En el arte helenístico, Eros y Psique forman con frecuencia una pareja, y el medio preferido son las figuras de terracota. Sólo en el arte romano posterior, Eros, bajo su nuevo nombre de Cupido, se representa generalmente de manera poco halagadora como un bebé regordete y travieso.

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